"Contra esto y aquello"
Ahora que tengo trayectoria, ahora que tengo curriculum...
El joven artista mira al horizonte como poseído por
una verdad redentora después de inaugurar su primera exposición en una
cafetería de 50 metros cuadrados en donde ahora cuelgan ocho fotografías. Ha
sido un evento al que asistieron su madre, dos tías solteras, su medio hermano
y tres compañeros de la universidad.
Una de las fotos se terminará cayendo dos días después,
debido a la poca pericia que tiene el
artista con los clavos y el martillo.
El accidente dará un tremendo susto al señor
Boomers que pasaba la tarde, con su nueva novia, entre 8 fotografías
artísticamente desenfocadas a las que hasta ese momento no han hecho ni el más
mínimo caso.
El Sr Boomers dice ser tranquilo y progre; pero le
gusta que le hablen de usted. Y el camarero, licenciado en psicología, lo sabe.
Ya le ha atendido en varias ocasiones por lo que corre enseguida como si se
tratara de la caída al suelo de su propio hijo de dos años.
-Yo no he sido, yo no la he tocado, que conste
eh-dice Boomers mientras revisa su blazers
con botones dorados.
Hace dos días que el señor Boomers acaba de
jubilarse y dejar su puesto como director del Departamento de Imagen de la
Universidad en manos de la hija menor de su primer matrimonio.
Y no puede creer que eso, lo que sea que ha hecho
ese perro flauta aspirante miope a fotógrafo de mierda ha estado a punto de
caerle encima y cortar la mal envejecida piel de sus manos, que aún conservan
algunas marcas de los líquidos reveladores que durante tantas horas manejó en
su juventud.
Don Alonso Boomers, su padre, era un gran fotógrafo
retratista, y tuvo el primer estudio de fotografía de la ciudad. Enseñó desde
niño al señor Boomers todo lo que había que saber del oficio.
En la sombra de lo nuevo parece ocultarse siempre
como un marionetista de anquilosados huesos un sistema que se niega a
claudicar.
Vivir en la incertidumbre, más allá de las leyendas
románticas, siempre ha sido cosa de artistas. Eso lo sabe bien don Amancio un
pintor de guerrilla, sin beca ni despacho, de la vieja escuela, de manos rudas
y largos silencios.
Hace un par de semanas visité su casa taller y ahí
en la fresca de la tarde y mientras saboreamos un agua de Jamaica rompió su
silencio más a allá de lo acostumbrado.
-Aunque nadie le puede quitar el derecho a nadie a
ganar pan- dijo don Amancio- es indiscutible que se han llenado algunas
barrigas de buena pitanza hasta el vicio y se han vaciado algunos o muchos
talleres de obras con algún contenido hasta el aburrimiento.
La contracultura, mi buen amigo, espera
paciente-continua diciendo- pero es complicada de manejar porque hace falta
comprender su naturaleza, tan esquiva como el mismo principio de incertidumbre.
Por lo que a veces cuando comprendes algo de su naturaleza otra cosa se te
escapa.
Saber que se necesita talento y esfuerzo y un poco
de suerte y todo eso que se dice, se ha convertido en un mantra de nuestra
época y por lo tanto en un relato inocuo.
Por todo ello no me sorprendió en absoluto ver la
obra de el artista después de
escuchar su discurso de obstinado amor al arte contemporáneo.
La madre de el
artista lleva días sin darle un euro. Últimamente no hay mucho trabajo para
la madre de el artista. Por lo que el
artista arrambla con mi tabaco y supongo espera que también pague el café.
En verdad el arte es una búsqueda de equilibrio
entre el placer y el sufrimiento. Pero el sufrimiento no parece estar en la
ecuación del arte de este siglo.
He tenido que escuchar el lento e imperativo
discurso de el artista después de que comenzara a hablar de;
obstinación, sufrimiento y constancia.
- A lo mejor
si no te esforzaras tanto.
La rebelión de las masas es un rodillo gigante que
evoluciona. Ortega nos habló de lo difícil que es salir de la masa y de que
para hacerlo se necesitan cualidades que nos hagan destacar. Difícilmente
prevén esta idea hoy en día los artistas.
. Vivimos la era del “ yo soy”. Si no tengo ni talento ni algo que me convierta en
eso que se entiende por una rareza natural no importa; “yo soy ” y lo somos con
letras mayúsculas y es difícil pararme los pies si resulta me he aprendido un
par de aforismos de auto ayuda porque ante todo “yo soy”
El artista no suele preguntarse sobre el culto a lo
que es, no importa, porque ni lo sabe ni tampoco tiene manera de explicarlo. Yo
soy y si además hay alguien que alimenta mi estupidez y patrocina mi ego, la formula
produce monstruos que ocupan espacios culturales que en otros tiempos ni
hubieran soñado ocupar.
No es el caso de el artista, que no ha tenido esa suerte de tener padre ni madre.
Pero que cuando menos, con cierto criterio hizo 8 fotografías artísticamente
desenfocadas y tiene una gran capacidad para soñar dentro de su cabeza, oculta
bajo su melena, artísticamente despeinada, que un día va a llegar lo que nunca
ha sido.
Yo le estaba contando a el artista un sueño muy curioso que he tenido la noche anterior. En
el sueño me encontraba en el patio de juegos de mi barrio en la infancia. Donde
unos tipos disfrazados de toreros lanzaban vacas vivas desde una catapulta. Era
un espectáculo increíble ver a cámara lenta a las vacas volando. Después de
unos quince segundos de vuelo se estampaban y empezaban a decirme cosas
telepáticamente en su agonía. Pobrecitas vacas pensaba yo. Pero esta historia
no ha parecido interesar a el artista.
Que mantiene una pose circunstancial como si el mundo le debiese algo. Y me
interrumpe con su propio discurso.
Asistimos-dice mientras toma aire- en el campo de
la pintura o de la fotografía- y levanta el dedo el muy cabrón- a eventos que
dan vergüenza ajena. Pero lo artístico se impone, la libertad de crear como
excusa y no la libertad como algo por lo que hay que trabajar y por lo tanto
que hay que ganarse.
Y dice esta zarandaja del tipo la razón que mi sin
razón obedece y se queda tan ancho.
El Joven artista mira al horizonte como poseído por
una verdad redentora después de su primera exposición en una cafetería de 50
metros, cuadrados en donde ha colgado mal 8 fotografías. Mira el horizonte y
sentencia. Y ahora que tengo trayectoria y currículum …
Roberto G Currás