Siempre
sábado
Naoko,
dulce rencor, se aleja
bebiendo
vermú con una pregunta
que
da risa, que abandona sin respuesta.
En
cualquier celebración, suele ocurrir,
toma
distancia y pasa la tarde de puntillas
por
elegantes hoteles
y
añejos salones sin fortuna.
Sólo
vine a decir
que
era siempre sábado y Viridiana
sobre
la mesa de los Beat Nicks.
Naoko,
triste y serena,
escasa
de gasolina en la mano
por
la mañana limpiaba preguntas
y
encías de bronce y hojalata.
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